guardo en la memoria
la imagen de la eternidad
el precio es desnudarla
a las siete de la mañana
abrazado al árbol de tu casa
viene un perro y vomita todo gris
sobre el arroyo
amanecía un sol tenue
yo que caminaba muy tranquilo por las vías del tren y las luces me encandilaban hoy me siento en un árbol de tronco nudoso bajo la tez lunar llena de agujeros por ese planeta que una vez fue y luego chocó con la tierra y se deshizo en pedazos de lagrimas hasta que de a poquito volvieron a juntarse y ser materia inerte muerta viva flotando para siempre en la nada un recuerdo pegado en la heladera una cubierta de moto en un palo de luz.
mientras escribo los perros descansan a mis pies siempre estamos en la puerta de tu casa tomando cerveza y se acercan perros ciegos con ojos como cristales pálidos.
nunca sabremos si la punta es la parte que el iceberg quiere mostrar.
de los arboles la paciencia
de los perros la gracia
tener hambre y escuchar los grillos en la ruta
tener frío y ver al sol asomarse tras el cerro
quedarse callado haciendo silencio el silencio que tantas cosas buenas me dió y el silencio que tantas cosas malas me dió
si vuelvo del desierto con un pie engangrenado
mi madre cocina aloe vera
madre me llamas esta noche que camino solo
por esta ciudad triste
que está llena de traidores esperando para darme
lo que no me pertenece: su dolor
madre yo mamé de tu leche?
madre me llamas esta noche que duermo
a kilómetros de cualquier hombre
con un cuchillo junto a mi lecho
madre están regando en el desierto de tus mentiras
están cortando tus jazmines, este año
en medio de un jardín brillante
cuando los ciruelos florecen
el último atardecer de invierno
un zorzal hace su canto
y mi corazón escucha
mi corazón se mantiene callado
vaga por el mundo
esperando no esperar
mi corazón vaga por el mundo
triste y alegre a la vez
ha sido el último invierno
de mis ojos
que como cristales llorando
los encuentro en mi bolsillio
las palabras me confundían
los hombres me lastimaban
guardo en el corazón una tarde
que nos rodearon las flores
luego la llama
empezó a apagarse
ahora ya no quema
y es apenas una luz amarilla
que brilla a la noche
en el fondo de un patio
el horizonte rojo
mientras junto palabras
para encontrar mi voz
antaño quise
escribir grandes poemas
ahora quiero
escribir lo que sean míos
cuando los ciruelos florecen
el último atardecer de invierno
un zorzal hace su canto
y mi corazón escucha
mi corazón se mantiene callado
vaga por el mundo
esperando no esperar
mi corazón vaga por el mundo
triste y alegre a la vez
ha sido el último invierno
de mis ojos
que como cristales llorando
los encuentro en mi bolsillio
las palabras me confundían
los hombres me lastimaban
guardo en el corazón una tarde
que nos rodearon las flores
luego la llama
empezó a apagarse
ahora ya no quema
y es apenas una luz amarilla
que brilla a la noche
en el fondo de un patio
el horizonte rojo
mientras junto palabras
para encontrar mi voz
antaño quise
escribir grandes poemas
ahora quiero
escribir lo que sean míos
estaba desesperado
no salía el sol
“me hundo en la
inutilidad
de la literatura”
el cielo es un gran iceberg
que tiene una pequeña grieta
de la que a veces
caen algunas palabras
solo hay ladridos
en el espacio que queda
para los vivos
nestor sanchez
el único poeta de la ciudad
vive a 10 cuadras de mi casa
enfermo y encerrado en
el hospital psiquiatrico
escribe cartas a mano
y se presenta con elegancia:
estábamos ansiosos por conocerte
hablo en plural
porque soy esquizofrenico
no me acuerdo que
estaba haciendo
estaba escribiendo
poesía
una revelación por día:
a las 19:10
el sol bañando el cerezo
como lava o miel
sobre las hojas moradas
sobre el palo de luz
sobre la chica que pasa
junto al palo de luz
hay dos perros
que son mis amigos
y no son unos hijos de puta
puedo pensar en el río paraná
en la fuerza en la soledad
en el miedo
en las pirañas
en la soledad de la plomada
en la oscuridad del fondo
uno de los sobrevivientes de viven contó que luego de treinta días de soledad en la cordillera congelado y comiéndose a sus hermanos descubrió un silencio tan profundo como nunca había conocido una paz tan grande que era la voz de dios una quietud divina en el medio de la nada y a veces le daban ganas de morirse de dejarse morir de cerrar los ojos y seguir ese silencio como si hubiera nacido para eso
un lunes plateado
una gran bola de fuego
asomo de entre los cielos
hermano solitario
caminamos juntos
y siempre estamos ciegos
busco la luna
en la noche de invierno
en su lugar hay un espacio frío
un ladrido perdido
un crepúsculo violeta
una esperanza muerta
sentado junto al río
escucho las aves
y despido el día
cual monje o poeta chino
mi corazón es una gran puerta
que solo se abre hacía adentro
yo que he visto cielos suaves sobre mares asesinos caminando en la arena con mi compañero armado buscando alivio
o yo que he hablado hasta que se hizo de día para luego entrar delicadamente desnudo al mar y no poder caminar las aguas
o mis ojos que se han vueltos espejos mirando las personas que me mostraban como soy mientras decían lo que pensaban que pensaban
o yo que creí ser algo creado y no el viento o la montaña o un árbol viejo que se mantiene inmóvil mientras pasan los años que no conoce
quiero decir ya no busco algo que decir sino algo que no decir algo que viva para siempre en silencio sin forma sin cuerpo
cierto corazón
estas tirado de dolor
cuantos rostros tengo que usar
hasta encontrar el mío
que no tenga memoria
no significa
que no tenga pasado
la tierra donde crece
un extraño árbol
cuyo fruto
comen los resucitados
los hijos pobres del millonario
los hijos ciegos del visionario
en la tierra estéril donde el amanecer es plateado y familias de campesinos venden melones al costado del camino.
en la pampa llena de cielo donde corre la leyenda del brasita de fuego, aquel pequeño pájaro rojo que jamás se posa en los alambrados.
en la montaña solitaria donde la noche hace girar el cielo y los conejos salvajes se acercan a olerme al amanecer en mi lecho junto al río.
en el desierto fétido donde no hay fruta que no esté madura y hay encapuchados con cuchillos que pueden encontrarte siguiendo la luz de la luna.
en la isla del río que tiene vados llenos de serpientes y troncos llenos de arañas que atraídas por mi latido caminan por mi cuerpo mientras duermo.
en el barrio silenciosos y gris donde en las noches de invierno escucho los autos que pasan a dos cuadras y los perros siempre ladran al vacío.
un sueño de terror: lo lamento pero no hay bosque adentro tuyo. No hay nada en lo que te puedas transformar.
gran remate: tu alma vacía revive en primavera.
cualquier día de estos
con las venas azules
marcadas en la sien
aprendí: las naranjas adquieren su color en la ultima semana de maduración, el agua del río y el agua del mar es la misma, los zorros comen lagartos y huevos, en invierno nadie se mueve, hay montañas negras con la cima nevada, hay ríos mas anchos que esta ciudad, mi alma vacía renace en primavera.
en eco que regresa
¿en qué año estamos?
solo puedo decir
lo que mis ojos vieron
(que no tenga memoria no significa que no tenga pasado)
las cenizas
aún conservan
la forma del tronco
que alguna vez fueron
hay un monasterio que no tiene puertas a la calle. Solo se ven dos pequeñas ventanas. Adentro los monjes hacen dulces y dicen que solo esperan abrir la puerta de los cielos.
quedate en silencio
y veras el fuego
saliendo de estos ojos
un fuego tenue
que quema tan frío
(para galgo de fuego)
mi huella mas grande
que mi pie
mi camino de luz
en medio de la noche oscura
mi grito errante
tan silencioso
its too late to say im sorry
luego de que llueve
sobre el campo verde
el cielo se pone rosa
en el camino algo robó mi corazón
el viento golpeando
la pared de la montaña:
una calma prehistórica
una soledad prehistorica
ese gran árbol de ciruelas
que cada diciembre
daba grandes y brillantes frutos
era la poesía
y esa perra gigante
que enloquecía con un
pequeño perro blanco
era mi amor
que no cabía
en la palma de una mano
he aquí un servidor
no el de la piel blanda
no el de fuegos largos
en paisajes rosas
si el que habla
canta y dice
cuando es invierno y todo
está en silencio
cuando envejecen los ancianos
bajo la luz pálida inmutable
a veces sentimos lastima de nosotros mismos
y pájaros de fuego atraviesan el cielo
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