Por favor agarrame fuerte la mano. Impedí que la espuma salga de todos mis orificios como pasa todos los miércoles.
Por favor, agarrame fuerte que sufro. Sufro existencialmente la impotencia de ver salir la espuma por mis ojos, mi nariz, mi boca, mis orejas y demás agujeros de mi cuerpo.
Sufro existencialmente porque todo viene precedido de un olor a leche podrida que entra por la nariz y deambula por mi cuerpo paralizando ciertas articulaciones y rezagando la lucidez mental. Después aparecen tres reptiles con el cuerpo helado que me caminan por la panza y la cara que terminan de inmovilizar todo lo que queda de pacho, dejándome listo para lo desconocido.
Unos segundos que parecen años y el blanco color del inconciente. El eterno desmayo.
Eterno desmayo en el que me pasan caras de colectiveros sin ojos, bolsas de migas de pan y vasos con algunas gotas de vino. El corazón le pega martillazos al pecho y se me hinchan las venas de la frente, a punto de explotar. Se me trenzan los dedos del pie y yo sufro. Sufro la existencia en un lugar en el que existen los miércoles.
Por favor, agarrame fuerte la mano.