miércoles, julio 09, 2008

insomnio


Lo que no me deja dormir son las poesías que nunca termine de escribir, las partes menos escuchadas de las canciones y lo que me dijo un desconocido cuando me conoció.
-vos estas lleno de monstruitos. Tenía razón. Una serie de pequeñas bestias compiten ferozmente entre mi corazón y mis costillas por adueñarse de cada latido, sin privarse de morder, rasguñar y estrangular los pocos tejidos que quedan en esa zona. Y vos me decís que estoy raro, que perdí comunicación. La verdad es que me comieron la comunicación, me la trituraron en las noches de invierno en las que el techo giraba, la alarma imaginaria era incipiente y yo no dormía. No dormía por que mis monstruitos no podían permitir que mi alma se desprenda y se escape por las ranuras del techo a mundos donde ellos no pueden llegar. Transpiro. No duermo. Lloro. Descubro dibujos parpadeales.
El clima siempre me humedeció el pecho. Como se ponen los monstruitos cuando el cielo es gris. Saltan, se mezclan entre si, gritan, gritan y gritan. Sus voces quedan retumbando entre puerta y puerta, tiñéndome todo el cuerpo de venas hinchadas.
Salgo a caminar para calmar la mordelona ansiedad pero el aliento general a vino gastado y una barba cortita, pinchuda y canosa hacen que me entregue temporalmente a mi inexorable destino.
Temporalmente.

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